Es muy común que una de las
circunstancias que llevan a cualquier persona a pedir cita con un doctor es una
molestia. En la mayoría de los casos, la cita se pide cuando la molestia ya es
prácticamente insufrible o bien ésta, ha entorpecido otras áreas o habilidades
del individuo, llevándolo a interrumpir actividades sociales o laborales. Cuando hablamos de una afección física que es el ejemplo que mejor se equipara con lo
que se vive en cualquier consultorio, encontramos que por lo general se llega con la expectativa de sentir un alivio
inmediato ante el malestar que se ha venido sufriendo por días, meses y en
ocasiones por años.
En la práctica psicoanalítica el motivo
de consulta no es muy diferente. Cuando las personas llaman, se debe por lo
general a que el sufrimiento psíquico se
ha vuelto insostenible. Este sufrimiento
es en su mayoría causado por pérdidas constantes de personas queridas, problemas en el trabajo,
presencia de relaciones conflictivas, carencias de cualquier tipo o sensaciones
abrumadoras como estrés, tristeza, apatía, miedo, etc.
Es importante tener en cuenta que en todo proceso de cura o alivio, incluso en
el campo de la medicina, se lleva un periodo de tiempo. En el campo médico,
es mas fácil hablar de tiempos preestablecidos pues, al usar medicamentos que
tienen un ciclo específico de acción se puede tener una expectativa temporal mas
certera, aun así, no en todos los casos es igual. Sin embargo, al hablar de un
proceso analítico, que implica el trabajo con y en relación a la mente humana,
existen diversas condiciones que propiciaran o entorpecerán el avance del
tratamiento. Una da las condicionantes para que un tratamiento funcione es el compromiso de la persona,
asistir a sus consultas de manera regular dando prioridad a su cura o
alivio.
Por otro lado, nos encontramos con las
herramientas con las que la persona cuenta al iniciar el tratamiento: si se ha
dejado pasar mucho tiempo antes de atenderse, seguramente existirán mas de un
par de temas urgentes del día a día de
los que tengamos que encargarnos antes de iniciar profundizar mas.
Pero ¿por qué esperar hasta que el
malestar resulta insoportable? Podrían existir varias respuestas, no obstante,
resalto las 3 ideas principales o con las que
me he encontrado dentro y fuera del consultorio, es decir, prejuicios
que promueven postergar acudir a un tratamiento.
La primera y tal vez mas común, es
el desconocimiento de la importancia de una prevención adecuada de la salud
mental. Aun cuando la vida resulta
entorpecida de manera inminente en nuestro día a día debido a una tristeza
extrema, insomnio, inseguridad o alguna problemática de corte psicológico, se
sigue pensando que la salud mental poco o nada tiene que ver con el rendimiento
práctico de las personas. Esta creencia no puede ser mas errónea.
¿Cuantas veces no hemos escuchado cosas
como: "Pero ¿a poco estaba tan mal que hasta fue a terapia?" Volviendo al ejemplo de la salud física, es otros países se acostumbra realizarse un chequeo médico anual como parte de una buena prevención, evitando acudir al médico hasta sentirnos
mal o enfermos. Un espacio terapéutico no solamente es para gente que ya no puede mas, es
un espacio de escucha y auto conocimiento. Entre mas tiempo deje pasar la
persona, para atenderse, mas difícil le será prevenir alguna situación grave o
complicada en su vida. Cuando hablamos de salud mental resulta también
importante acudir a tratamiento psicológico mucho antes de sentir un malestar
insoportable o paralizante. Cuando existe una situación repetitiva de crisis
personal, o de pareja por ejemplo o bien, antes de perder algo o a alguien
importante para nosotros.
“Se debe acudir a terapia solamente cuando
ya no pudimos solos”
Existe la idea a nivel popular, de que no
poder solos, significa un fracaso rotundo o un reflejo de debilidad, cuando
significa exactamente todo lo contrario.
El no pedir ayuda es por lo general, un gran terror a abrir temas en los cuales
hay pasajes de nuestra vida o sentimientos olvidados que generan confusión,
dolor, tristeza o desesperación aprendida por generaciones.
A veces, la resistencia a acudir a
tratamiento psicológico, es mucho mas el miedo que yace debajo, el temor de salir
de una zona conocida en donde, aun cuando la persona se haya acostumbrado y le
resulte aparentemente cómoda, no le
represente desarrollo alguno a nivel personal. La idea de que quien pide ayuda
es débil es totalmente falsa pues pedir ayuda implica cambiar y moverse. Es
justamente el movimiento lo que duele, por ende si lo vemos de manera mas
objetiva, quien pide ayuda es valiente al saber que se enfrenta al movimiento,
a lidiar con cosas difíciles, que es lo que se hace en un proceso de desarrollo
personal o terapéutico. Al rehabilitar areas psíquicas que habían estado adormecidas por lo poco que habían sido utilizadas o lastimadas, suelen despertarse también
viejos sueños, ideales, que pueden cuestionar relaciones con personas que hoy
en dia creemos indispensables pero también reencontrarnos con quienes somos y por ende con nuestra tranquilidad.
Es por eso que, una vez iniciado el
tratamiento, no hay que desesperarse. El espacio terapéutico es entre otras
cosas un espacio de escucha en donde la persona podrá entenderse de forma
diferente y ver no solo problemas para poder resolverlos, sino también áreas
muy positivas y agradables que tal vez estén pasando desapercibidas en medio de
tanta confusión, angustia o apatía.
Imágen tomada de: http://depsicologia.com/miedo-al-miedo/sintomas-de-ataques-de-panico/#content_attach